La revolución industrial nunca vista, pero siempre presente

2 March, 2024

Hernando Bustamante

 En 1987, el entonces director de informática visitó la feria de tecnología más importante del mundo. Durante una conferencia al personal directivo de la empresa con la que colaboraba, explicó el inminente “tsunami tecnológico” que se aproximaba y comentó: “En un pequeño CD de 12 cm de diámetro se podrá almacenar el equivalente a cientos de páginas amarillas”. Esta próxima revolución nos dejó atónitos. 

 Cada revolución ha dejado una marca indeleble aportando grandes transformaciones en la humanidad. La revolución agrícola nos llevó al sedentarismo, construimos casas y establecimos hogares. Pasamos de pictogramas a la escritura lo que permitió almacenar, expresar y transmitir información, superando así la tradición oral. 

En el siglo XV, la invención de la imprenta marcó un hito al cambiar la temporalidad de la palabra hablada por la atemporalidad de la palabra impresa, facilitando el flujo y acceso a la información. 

En el siglo XV, la convergencia entre exceso y escasez, combinada con la imaginación y el fervor explorador y conquistador de la humanidad, propició que portugueses y españoles, entre otros, inauguraran las primeras rutas marítimas. Este acontecimiento marcó el inicio de la conexión entre América, Europa y Asia, dando lugar al flujo de comercio, conocimiento, riquezas y talento humano. 

En los siglos XVI-XVIII, la “revolución científica” marcó la supremacía de la ciencia sobre la filosofía. La observación y experimentación llevaron a inventos como el telescopio y el microscopio entre muchos. Hubo avances significativos en matemáticas, física, astronomía, biología y medicina, dando lugar a instituciones de investigación en ciudades clave como Londres, París, Berlín y San Petersburgo. 

En 1760, la “revolución industrial” surgió en Inglaterra con la máquina de vapor como protagonista, impulsando la producción a gran escala en sectores clave. La concentración de fábricas en las ciudades origino una migración masiva, surgió el poder de industriales y comerciantes influenciando la economía y la política, desplazando a la nobleza. El desarrollo del comercio internacional fue notable gracias a la capacidad de producción e innovaciones en el transporte marítimo y terrestre. 

En la actual “cuarta revolución industrial”, accesible y democrática, cualquier persona puede mejorar sus condiciones de vida con alfabetismo digital, habilidades, actitud y herramientas tecnológicas. Las innovaciones en informática, biotecnología, robótica, nanotecnología, IoT e inteligencia artificial, crean nuevos espacios “phygital”. Teniendo un impacto significativo y trasformador en profesiones, educación, producción, comercio, relacionamiento y comunicación generando un impacto significativo en la economía global y la cultura. 

En plena “cuarta revolución industrial”, irrumpe la “quinta revolución industrial” con fusiones y sinergias entre humanos y máquinas, creando “cyborgs”. Las interfaces cerebro-máquina e implantes cerebrales ofrecerán acceso instantáneo al conocimiento universal disponible en la nube. Este horizonte innovador incluye comunicación para discapacidades neurológicas, lectura del pensamiento y ejecución remota de tareas. También destaca el cultivo, regeneración artificial e implante de órganos biónicos. La capacidad de transformación e innovación es exponencial, con ciclos de I+D acortados. 

¿Cómo imagino la sexta revolución industrial? 

Quizás en 30 años estemos al borde de la perfección en ciencia, economía, medio ambiente y sociedad, o tal vez no. Lo que sé con certeza es que desde este momento necesitamos una nueva revolución que abrace todas las dimensiones del ser humano, como son el cuerpo, el alma y el espíritu. Una revolución inimaginable, inspiradora, desafiante e indestructible, capaz de entregar algo perfecto que todas las revoluciones pasadas y sumadas no han podido brindar al ser humano. En esta “revolución alma-espíritu florecerán un “juicio de valor perfecto”, elevando nuestro propósito más allá del lograr, el hacer, el tener, el ser y el conocer. 

¿Cómo se relaciona esto con el futuro del marketing y la comunicación? 

En la cadena de valor de la vida, todo tiene todo que ver con todo. 

Si desde ahora comenzamos a buscar, experimentar y vivir esa próxima sexta revolución industrial, nuestros aportes a los grupos de interés y sociedad serán más sabios, más altruistas y con un propósito más sólido, generando resultados superiores 

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